lunes, 16 de julio de 2012

Los chicos.


Los chicos. by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 
Gustav:
 

-¡No, no, no! ¡Es que... no puedo! Dios mío... esto fue una pésima idea... ¡Me bajo, me bajo!- exclamo voz en cuello, sintiendo unos nervios como nunca antes los había tenido.

-¡Tranquilízate, hermano!- replica su voz masculina, los dos de pie frente a la puerta abierta de la avioneta- ¡Ya estás arriba! ¡La única forma de "bajar", es saltando!

-¡No! ¡Hay que descender en la avioneta! Juro que puedes quedarte el depósito, ésta bien, no me importa- le suplico al tipo que tengo detrás de mí, con su aliento de menta pegado a mi cuello y la parte externa de sus goggles raspando el lateral de mi rostro.

-Yo me encargo, Douglas- interviene una voz femenina que anteriormente no había escuchado. De la cabina de mando, una alta y hermosa mujer avanza decidida hacia mí, observándome con condescendencia. Boquiabierto, no atino a decir una sola palabra; para cuando me doy cuenta, noto que me está hablando- ¿Primera vez?

-Leí un artículo en una revista y me animé a apuntarme para las clases pero... esto es mucho peor de lo que me imaginaba- puntualizo, siendo inusualmente abierto con la chica que tengo ya a mi lado, soltando las correas del arnés.

-No te sientas mal, pasa más a menudo de lo que crees- sonríe ella de manera entusiasta, metiéndose en el lugar del fulano de cabello rubio que tanto me recuerda al desgarbado de Andreas. Al darme cuenta de que es ella ahora la que va a saltar conmigo, me ruborizo de inmediato- Ahora, ¿Ya te sientes mejor?

-Un poco- repongo con voz estrangulada, intentando no girar el rostro, para no tener que encarar sus hermosas facciones y, así, sentirme menos nervioso. 

-Bien, vamos a contar juntos, ¿De acuerdo? Y, cuando lleguemos al número tres, nos voy a dar un pequeño empujoncito. No intentes aferrarte a la puerta, ¿Está bien? Llegaremos al suelo más rápido de lo que piensas- me explica con delicadeza, siendo bastante explícita en cada uno de los detalles. Esto, por extraño que parezca, me reconforta y de alguna manera, me hace sentir más seguro al respecto de lo que estoy a punto de hacer.

-Sí, ya entendí- musito débilmente, intentando respirar profundamente. El suelo no está tan lejos... el suelo no está tan lejos...

-Uno...

-Dos...- Tal vez está más lejos de lo que pensé.

-¡Tres!

Cuando por fin logro abrir los ojos, en contra de mis instintos naturales, me hago consciente del aire que roza mi cuerpo, así como el de la mujer que traigo atrás, al mismo tiempo que observo los diminutos cuadritos de tierra debajo de mí, los cuales, desde mi posición, parecen todos partes bordadas de una enorme colchoneta.

-Es increíble, ¿No lo crees?- me pregunta ella al oído, un poco a gritos debido a que el sonido del viento corta su voz.

-Bastante- replico reconfortado, segundos antes de que ella tire del cordón y el enorme paracaídas amarillo se despliegue tras mi espalda.

-¿Entonces saltaste y toda la cosa?- me pregunta por el teléfono, mientras, ya en tierra firme, observo a mi alrededor los vastos terrenos que antes me parecieron tan pequeños.

-No te estaría llamando de no ser así- replico- Escucha, iba a terminar temprano pero... me surgió... algo y no voy a poder cuidar hoy de los niños de Bill. ¿Te molestaría ir en mi lugar? Es sólo por esta ocasión.

-¿Tienes una cita?- inquiere él de inmediato, haciendo que me ruborice ante la pregunta.

-No...

-Vaya, esto es algo que celebrar... ¡El semptiternamente soltero Klaus...!

-Sí, bueno; hasta luego- me despido precipitadamente, antes de girarme de manera brusca hacia la posición donde la vi la última vez. Para mi enorme alivio, allí está, doblando cuidadosamente el paracaídas.

-Lo hiciste bastante bien para ser tu primer salto- me halaga ella, lo cual me hace sentir inusualmente orgulloso.

-Gracias...- respondo apenado- Ehm... tú...

-Audrey- contesta la mujer, observándome con sus encantadores ojos verdes- Audrey Pierce.

-Bien, señorita Audrey Pierce...- repito la última parte, caminando tímidamente hacia ella- Quería saber si a usted...

-Me gusta mi omelette hecho sólo con las claras- repone, dándome un ligero golpecito en el hombro. Incrédulo ante mi suerte, no puedo evitar sonreír para mí mismo.

Tom: 
-¿Entonces no va a venir?- inquiero de nuevo, observando a Hagen, cuyos cabellos las tienen entre sus manos los dos hijos de Bill, a los cuales sostiene en brazos.
-Dice que le salió algo "importante"- ríe socarronamente, revelándome de inmediato de qué se trata.

-Mira... ¿Quién lo vería? Conquistando mujeres que saltan en paracaídas...- me burlo con los brazos cruzados, observando a mi respectiva progenie jugar en el suelo, a mis pies, con los pequeños muñecos de tela que Harl confeccionó para ellos.

-Eso es extremo- replica Hagen, poniendo finalmente a Sam en el suelo; ésta, de inmediato se desplaza apresurada hacia donde están sus primos, para jugar con ellos y el resto de los muñecos que quedan sobre la alfombra color mocha.
-¿Va a llegar a cenar, por lo menos?- cuestiono- Grace lo va a matar si no lo ve ahí...
-Mira, Tommo... no me importaría hacerla de pacificador en el conflicto Grace VS Klaus. Tú sabes que ese chico...

-No es mucho de salir con chicas... lo sé. Le debo el que haya cuidado tan bien de mis hijos en estos últimos dos años- consiento, cruzándome de brazos- Qué rayos... estoy contigo. Se lo merece.

-De hecho- repone él con una enorme sonrisa- ¿Pero sabes qué me caería bien, para mí? Ir a desayunar. Julie no fue muy flexible respecto a eso... dijo que teníamos que ser los primeros en cuanto abrieran la oficina a la que mandamos a hacer las invitaciones.

-Y yo que creí que Harl había sido la única en comportarse así...- replico con una sonrisa, tomando a mis hijos del suelo- Supongo que son neurosis de novias que nunca entenderemos.

-Dios nos libre de hacerlo- ríe él de último, tendiéndole una mano a Sam, la cual, ella acepta de buena gana, poniéndose de pié; después de todo, ya tiene casi cuatro años.


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